10 jul 2013

Películas con osos. Hoy: Mujercitas

Mujercitas está basada en una novela de Louisa May Alcott, y trata la vida de cuatro hermanos travestis que llevan por la calle de la amargura a sus padres, especialmente al patriarca de la familia que es de derechas y se piensa que porque sus cuatro hijos varones se vistan como mujeres ya van a ser maricones.

Joseph tiene 15 años. Es el más masculino de todos, aunque eso no es mucho decir a finales de 1800, y junto a su hermano Betho ayuda a los gordos de Concord con el fin de obtener favores sexuales, pero como pierde más pluma que la gallina Caponata tiene las manos encallecidas de hacerse pajas pensando en el profesor Bhaer, un osazo maduro con los dedos tan gordos como el falo de Jo.

Margareto es el mayor de los hermanos. Es un joven hermoso de cabello suave y manos pequeñas y blancas que solo sirven para ayudar a su mamaíta en las tareas del hogar. Se enamora de su vecino que resulta ser más marica que las cuatro hermanas juntas y acabarán comprando dos niñas en China y uno más en África.

Elizabetho tiene 13 años y es prácticamente mudo el pobre. Le gusta tocar el piano porque calma lo cachondo que está todo el día sobre todo cuando se prueba unas medias de malla rosa que tiene para los espectáculos de cabaret, y con el tiempo como es tonto y lascivo, acabará contrayendo la escarlatina haciendo mamadas a diestro y siniestro en los cuartos oscuros de cualquier granero del primer granjero que le enseña las lorzas.

Amo es el menor de todos, y su pasión por la pintura le hace aparecer con la cara pintada como una puerta a todas horas, o como una furcia sobre todo cuando va los domingos a misa. Es tan cerda que putea a sus  tres hermanos maquillándolos con rimmel de tienda cien para que se les corra en cuanto suden un poco. Viajará por Europa y se creerá una chica de mundo y se acabará casando con un vejestorio pollón con el que se comprará un niño en Taiwan y le teñirá el pelo para que sea rubio y apetecible para los osos del lugar. Que a estos provincianos los chicos belami les ponen mogollón.

La historia es un coñazo porque los hermanos discuten entre ellos por ver quién se come más pollas, y los padres se tiran todo el día disgustados, diciendo a todo el mundo que sus cuatro vástagos machos murieron en el parto y sentándose en otros bancos cuando van a oir el discurso del cura a la parroquia. Además la peli está ambientada en el siglo XIX y es un tostonazo porque no hay efectos especiales y como en esa época no había saunas ni popper pues solo te queda estar atento para ver cuándo sale algún lugareño ligero de ropa y ya está.
Por ejemplo, aquí os muestro un extracto en el que Joseph conoce por primera vez al profesor Bhaer y se asusta cuando dice que le va a poner mirando a calatayud. Yo le daba dos guantazos al niñato éste.


Otro momento medianamente interesante es cuando los cuatro hermanos quieren demostrarle a su padre que también pueden llegar a ser hombres de pro y que comer penes y dejarse taladrar no es tan malo. Organizan un viaje al campo, juegan a la petanca, beben cerveza sin alcohol y como al final la cabra siempre tira al monte, no evitan despelotarse para tomar un baño en una charca con más mierda que los calzoncillos de un pocero. Al menos les vemos el culo y el paquete. Sin duda lo mejor de la cinta.


Y por último no quisiera despedir el análisis de esta película tan osuna sin hacer mención al plano secuencia a la mayor gloria de Amo, el vanidoso del grupo y que aprovecha para lucir cuerpo mientras corre por la playa en bañador, moviendo el pito de un lado a otro. Muy bien por el actor que interpreta a personaje tan desagradable pues sabe mantener la tensión del momento y evita quedarse pinchado en la arena debido a su descomunal peso. Evidementemente hubiera sido una gran secuencia cómica. Punto negativo para el director que ha desaprovechado un gran instante para sacarnos del sopor general que sacude a esta amuermante película.


De todas formas os la recomiendo. Más osuna imposible. Mujercitas.

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